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miércoles, diciembre 03, 2008

Lo que no mata... engorda?

Hace como un mes estuve enfermo, al parecer una infección intestinal causada por una chuleta que me comí en la calle, literalmente me tiró a la cama todo un día. El escalofrío, la fiebre y el dolor en todo el cuerpo no me dejaban ni ver televisión.

Días después hablé con un muy buen amigo y compañero de aventuras en la universidad, en medio de nuestra charla le conté acerca de lo enfermo que había estado, su reacción fue decirme “ahora tenés estómago fino, cuando estábamos en la universidad comías cosas peores y no te daba nada”. Me reí mucho pero resulta que tiene toda la razón.

Por allá en el 2002 (según mis cálculos) tenía la costumbre de comer “muy bien” los primeros días del mes y efectivamente a duras penas comer a fin de mes por cuestiones económicas. Digo “muy bien” (entre comillas) porque generalmente comíamos perro caliente o hamburguesa (del señor de la esquina), pizza de la que viene (o más bien venía) una gigante por $10.000 y cosas por el estilo, súper “saludables”.

Un día, compramos hamburguesas para cenar, las llevamos al apartamento y con todas las ganas del caso empezamos a comer… al tercer mordisco sentí que había un pedazo de carne que estaba algo extraño pues yo mordía y era como “chicludo” (es difícil de describir), por eso además de morder comencé a jalar, era muy extraño parecía interminable. De pronto me percato de que algo no está bien y procedo a revisar el pedazo de “carne” en cuestión… oh sorpresa era una mecha de trapeador (increíble pero cierto :S), mis amigos no podían de la risa que les dio y la verdad yo no sabía si reír, enojarme, devolverla o seguir comiendo.

Sinceramente tenía tanta hambre que lo único que hice fue sacar la mecha y seguir comiendo mi suculenta y mugrosa hamburguesa.

Conclusión: En esa época no me pasó nada, es más, creo que yo ya era un parásito por tanta porquería que comía (jejeje). Ahora no puedo hacer esas gracias, mi organismo se acostumbró a la comida decente y una simple chuleta grasienta me manda a la cama. Bueno, esas cosas pasan ¿será que me estoy envejeciendo? Naaa debe ser otra cosa.

viernes, octubre 31, 2008

Soy Leyenda

Como en la película que lleva el mismo nombre, me hubiera gustado convertirme en leyenda por algún acto heroico pero no, a mí me toco ser leyenda en otras circunstancias.

Era el año 2006, 13 de mayo para ser preciso. Uno de los días más importantes de mi vida, por lo menos eso pensaba hasta antes de las 10 de la mañana. Era el día en el que iba a recibir oficialmente mi título como ingeniero de una prestigiosa universidad de la ciudad de Cali.

Días antes había asistido al ensayo, todo muy organizado, cada uno tenía un puesto asignado y en ese mismo orden seríamos llamados para recibir el diploma de manos del rector de la universidad.

Llegado el momento y para hacer corto este relato, era el turno de la fila en la que yo me encontraba. Yo estaba atrás de Alexander Nomeacuerdo y detrás de mí estaba John Doe supongamos. La encargada de llamar a cada uno para recibir el diploma y dar la mano a los integrantes de la mesa principal seguía el orden de la lista que tenía en sus manos, de pronto llegó el turno de Alexander Nomeacuerdo y cuando respiré profundo para proceder a recibir mi anhelado diploma, ¡PLOP! Llamaron a John Doe y al siguiente… y al siguiente… mientras tanto yo parado a un lado viéndolos pasar.

Tal vez fue uno de esos momentos en los que pocos segundos se hacen eternos, mi reacción fue mirar a la vieja que debió llamarme y que seguramente me saltó… ella me hizo señas para que procediera y yo lo hice ¿qué más podía hacer? Claro llegué y por obvias razones el siguiente diploma no era el mío, ni el siguiente, ni el anterior, en fin la ceremonia se detuvo hasta que después de mucho buscar y con la ayuda de la directora de mi carrera por fin apareció el bendito diploma. De ahí en adelante la risa nerviosa (:S), la foto y sale… que oso y que rabia.

Ahora asustan con esta “leyenda” a los que se van a graduar, les dicen "no te van a llamaaar jajaja", así me convertí en leyenda urbana.

Conclusión: Nunca me llamaron el día de mi grado. Si usted ya se graduó adelante, ríase. Pero si no se ha graduado ojo que usted también podría ser leyenda.